martes, 12 de mayo de 2015

RENE SPITZ

BIOGRAFÍA
Spitz René nace en Viena, Austria, 1887 y muere en Denver, Colorado en 1974
De familia rica judía, pasó la mayor parte de su niñez en Hungría. Después del final de sus estudios médicos en 1910 Spitz descubrió el trabajo de Sigmund Freud.
A partir de 1926 participó en los trabajos de la Wiener Psychoanalytische Vereinigung (WPV), y en 1930 se convirtió en miembro de la Deutsche Psychoanalytische Gesellschaft (DPG)  esta perspectiva integradora del psicoanálisis en la psicología genética, se interesó por las primeras relaciones de objeto, los estadios, las carencias afectivas y los trastornos del lenguaje vinculados con la internación de niños de poca edad en instituciones hospitalarias.
 Sus trabajos, basados en observaciones directas, recayeron en la relación entre la madre y el hijo durante los dos primeros años de vida. Reconoció las consecuencias, para el desarrollo psíquico y somático, de las carencias afectivas sobrevenidas en ese período y, en particular.
Entre sus obras, destacamos Anaclitic Depression, The Psychoanalytic Study of the Child (1946), Die Entstehung der Ersten Objektbeziehung (1956), No and Yes. On the beginnings of human Communication (1956).
En 1935, Spitz comenzó la investigación en el área del desarrollo infantil. Fue uno de los primeros investigadores que usaron la observación directa infantil como método experimental para estudiar un sujeto tanto sano como malsano. Sus mayores contribuciones científicas vinieron de sus estudios de los efectos maternales, y la carencia afectiva sobre infantes.
Spitz valoró varios aspectos: observación infantil y evaluación, depresión anaclítica (hospitalización), transiciones del desarrollo, los procesos de comunicación eficaz, y comprensión de la complejidad del desarrollo.
Spitz acuñó el término " depresión anaclítica " para referirse a la carencia afectiva parcial (la pérdida de un objeto gustado). Cuando el objeto de amor es devuelto al niño dentro de un período de tres a cinco meses, la recuperación es sin falta. Si uno priva a un niño más largo que cinco meses, ellos mostrarán los síntomas de deterioro cada vez más seria. Él llamó esta privación total "hospitalismo".
En 1945, Spitz investigó el hospitalismo en niños en un orfanato. Encontró que el desequilibrio del desarrollo causado por las condiciones desfavorables ambientales durante el primer año de niños produce el daño psicosomático irreparable a infantes(hijos) normales. Otro estudio de Spitz mostró que en circunstancias favorables y la organización adecuada un desarrollo positivo infantil puede ser alcanzado. Declaró que los métodos en casas de expósito por lo tanto con cuidado deberían ser evaluados.
Spitz notó tres principios de organización en el desarrollo psicológico del niño: la respuesta sonriente, que aparece alrededor de tres meses en la presencia de una persona inespecificada; ansiedad en la presencia de un forastero, alrededor del octavo mes; la comunicación semántica, en la cual el niño aprende a ser obstinado, que los psicoanalistas unen (conectan) a la neurosis obsesiva.






Organizadores: 
Constituye una especie de marca paso del desarrollo, el cual induce la diferenciación de los tejidos dependientes de él.

La aparición de un organizador preciso se infiere según Spitz "por la aparición de una conducta afectiva específica, que es señal del establecimiento del organizador y del inicio de una nueva fase" (Spitz, 1959). Cuando un determinado estadio acaba, obtiene un punto crítico en el cual surge un nuevo organizador.             


1.- La sonrisa, es el primer reconocimiento social que hace el niño del cuidador principal, a partir de este momento (tres meses aproximadamente) el mundo queda dividido en dos: el niño y la madre (dentro y fuera). Supone la aparición de la alteridad y el embrión del campo social. El pequeño establece por primera vez un vínculo con el otro y el mundo ya no volverá ser urobórico, el infante pierde de este modo la felicidad edénica que le caracterizó hasta ese momento.
El niño inaugura en esta fase  un cuerpo separado de la madre. Y con la experiencia del cuerpo propio el Yo cambia desde un estado de indiferenciación hasta la construcción de un YO corporal lo que lleva aparejado un no- Yo. El bebé sabe que cuando se muerde una mano es Yo y cuando muerde una manta es no-Yo.
2.- La angustia ante el extraño. Es decir aquellos que no son su madre producen temor y desasosiego. Una madre que ahora está y ahora desaparece, en un orden de sincronías, simultaneidades y predictibilidad creciente: aparece el tiempo y emerge el binomio confianza/desconfiaza, la certidumbre o la duda de que la madre volverá, la angustia ante el extraño y el reconocimiento en el espejo.
3.-La aparición del “No”. El tercer organizador aparece un poco más tarde y es fundamentalmente semántico y manipulativo, también autoafirmativo. No deja de ser curioso que el organizador aparezca como un No para que el niño aprenda a decir Si a sí mismo. Es el tiempo de “salirse con la suya” y de una ganancia de poder. Después de aprender a decir No, el mundo vuelve a escindirse en dos ramales y el niño está en condiciones de seguir su evolución y diferenciación, una evolución que con el tiempo dará lugar a otras formas de decir No.

HOSPITALISMO

En 1945 Spritz crea el término de hospitalismo, definiéndolo como un estado en el que el bebé presenta una alteración profunda a nivel físico y psíquico, debido a que son alejados de su madre y se encuentran bajo cuidado de instituciones o personas que no les brindan ningún tipo de vínculo afectivo. Esto ubicado en una edad inferior a los dieciocho meses, que ésta situación de abandono sea prolongada por lo menos cinco meses y los síntomas no puedan ser atribuidos a enfermedades infecciosas ni a fallas en la higiene del lugar.
Anterior al hospitalismo el bebé enfrenta una depresión anaclítica donde aparecen los primeros síntomas, pero aun reversibles, del hospitalismo.

En el primer mes que el bebé experimenta la separación, se presenta una detención en su desarrollo normal; al segundo mes comienza a hacerse más notorio esta detención al haber falta de apetito, pérdida de peso, angustia ante la presencia de alguna persona, etc.; en el tercer mes comienza a retroceder en su desarrollo, si ya podía sentarse ya no lo hace, si comenzaba a hablar pierde esa habilidad, además de insomnio.  Hasta este punto se le llama depresión anaclítica y los síntomas son reversibles si se entrega el bebé a su madre o se le dan las condiciones de afecto necesarias.

Cuando el bebé continúa sin estímulos positivos de afecto, se le denomina hospitalismo y los síntomas se vuelven irreversibles. El niño carece de toda expresión facial, pierde peso con facilidad hasta padecer desnutrición, aparecen espasmos y movimientos anormales en partes del cuerpo, coordinación visual defectuosa, se queda en una sola posición si reaccionar a estímulos, entre otros que se involucran a nivel conductual, intelectual y somático.

Si el síndrome del hospitalismo se trata a tiempo, el bebé puede sobrevivir pero algunos daños serán irreversibles, y dejará secuelas importantes durante todo su desarrollo.